A Punta de Navaja

Tattoo (for reflection), de Douglas Gordon, (1997)

Cuando al amor le da por suicidarse

no hay quien sea capaz de detenerlo;
de pronto se congelan los abrazos
y queman las palabras de ayer mismo.

Regresan los sicarios del orgullo

desde un negro reducto masoquista,
a robarnos la infantil inconsciencia
de amarnos a lo loco y sin preguntas,
como niños idiotas, sin recelos.

Ahora que hemos crecido y somos listos,

no nos engaña nadie; nos protege
nuestro propio demonio de la guarda
de cualquier tentación de ser felices
para poder dormir, plácidamente,
sobre la tibia almohada del fracaso.

                                                                                               Ana Montojo Micó


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